La búsqueda

Os invitó a acompañarme, a conocer un mundo fantástico, donde los sueños se pueden convertir en realidad.

Comparte las aventuras del príncipe Aron, acompáñalo en su búsqueda, una carrera contra reloj para encontrar el remedio para la enfermedad de su padre.

Te atreves a acompañarle en su búsqueda. Él y sus compañeros de viaje, tienen un largo camino por delante, una difícil misión que cumplir y muchas aventuras que correr.

Fragmento:

—Señor vuestro padre quiere veros— le dijo el ayuda de cámara de su padre a Aron deteniéndole en mitad del pasillo cuando se dirigía justo allí, al encuentro de su padre.

— ¿Cómo se encuentra? ¿Qué le ha dicho el sanador? —le preguntó Aron preocupado por la salud de su padre. De unos días atrás cada vez estaba más débil. Había tenido que discutir con él para que accediera a que llamaran al sanador

—Señor, lo mejor sería que le preguntara directamente al rey.

—Entonces no me entretengas. Me dirigía justo hacia allí cuando me has detenido —le respondió Aron de malos modos. Todo por culpa de la preocupación que lo embargaba al pensar en su padre.

—Ruego me disculpe, señor —le pidió el buen hombre mientras le hacía una reverencia y, comenzaba a retirarse.

Aron siguió su camino hacia la habitación de su padre. No se molestó en llamar a la puerta, sino que entró directamente

— ¿Padre que está pasando? ¿Qué te ha dicho el sanador? —le preguntó a bocajarro nada más entrar en la habitación.

—Estaba pensando en que ya tienes edad para casarte y darle un heredero a este reino. Ya no soy tan joven. Se acerca el momento de que me sustituyas.

—Deja de decir tonterías y dime que te ha dicho el sanador.

—No creo que esa sea la manera adecuada de dirigirte a tu rey.

—Es la manera adecuada de dirigirme a mi padre. Y deja ya de poner excusas tontas y contéstame. Sabes que no dejaré de insistir hasta que lo hagas.

—Pero ya te he contestado, estoy viejo, eso es todo. Y ahora le vas a hacer caso a tu pobre padre ya que no se lo haces a tu rey.

—No te creo padre. Nunca has sabido mentir. ¿Harás que vuelva a llamar otra vez al sanador para que pueda preguntarle a él?

—De acuerdo, de acuerdo te lo contaré. No hagas llamar a nadie —se rindió el rey —ese iluso del sanador dice que alguien me ha envenenado con diente de hidra. ¿Te lo puedes creer?

— ¿Qué si me lo puedo creer? ¿Qué ocurre padre, acaso te has vuelto loco? Lo que estás diciendo es muy grave.

—No seas alarmista hijo mío, ya no quedan hidras, ni hadas. Ya no queda nada, lo seres mágicos se han ido —le dijo el rey — ¿Cómo podría alguien envenenarme con veneno de diente de hidra si ya no existen? Lo que yo digo es que el sanador es solo un viejo chocho.

—Padre hay gente que asegura que todavía existen. Si el sanador está convencido de eso, te habrá dicho también cuál es el remedio para tu enfermedad —le preguntó Aron bastante exaltado por su falta de preocupación por su propia salud.

—Sí, claro que me lo ha dicho. La cura son unas gotas de sangre de dragón mezcladas con unas flores azules que solo se encuentran en el valle del olvido. Mas tonterías —le dijo el rey quitando hierro al asunto —He pensado que lo mejor es hacer una fiesta.

— ¿Una fiesta? —Le preguntó el príncipe — ¿De qué estás hablando? No tenemos tiempo para fiestas. Tengo que encontrar un dragón.

—Hijo mío, no estarás hablando en serio, ¿verdad? —Le preguntó el rey incrédulo —lo que tienes que hacer es buscar una buena mujer para casarte con ella.

—Padre no voy a casarme solo porque tú lo hayas decidido así. Voy a ir a buscar el remedio para tu enfermedad y seguirás siendo el rey muchos años más.

Había vuelto a llamar al sanador, no confiaba en que su padre le estuviera contando toda la verdad.

La realidad era mucho más grave de lo que podría haber imaginado.

Solo disponía de un mes hasta que la vida de su padre llegara a su fin. Y mientras tanto cada día se debilitaría un poco más.

En aquella situación, si los condados vecinos se enteraban, se exponían a una invasión.

En esas circunstancias no podría disponer del ejército para su búsqueda, se tendría que conformar con llevar con él a sus dos hombres de confianza y dejar al tercero, Alestar, que era como un hermano para él, al cargo de la protección de su pueblo.

— ¿Qué estás diciendo? Es una completa sandez —le dijo el rey cuando Aron acabó de informarle de sus planes —lo que tienes que hacer es buscar una esposa y prepararte para sustituirme. Deja esa tontería de cazar dragones para los que ya hayan perdido la cabeza.

—Padre no voy a permanecer aquí de brazos cruzados esperando a que ese veneno te mate. Tiene que quedar algún dragón en alguna parte y te aseguro que yo lo voy a encontrar.

—Cabezota como tu pobre madre, que descanse en paz. De acuerdo ves a cazar dragones yo mientras buscaré la mujer ideal para ti.

— ¡Padre!

— ¡Ni padre ni ocho cuartos! Si tú no cumples con tu deber yo lo haré por ti.

—Yo voy a cumplir con mi deber, solo que no es el que te gustaría a ti. No voy a permitir que mueras y, yo buscaré a mi propia esposa. Cosa que no necesito hacer de momento. Partiremos al amanecer.

—Lo dicho, cabezota como tu pobre madre.

Aron dejó a su padre despotricando y fue a ultimar los preparativos para su marcha. Como no tenía ni idea de por dónde empezar a buscar, unas horas antes, había mandado a Alice y a Troy a dos pueblos vecinos para ver si podían obtener algo de información.

Con un poco de suerte, ya habrían regresado con la información que necesitaba y, dispondría de un punto de partida por dónde empezar a buscar.

—Alice, que bien que ya hayas vuelto —le dijo Aron nada más entrar en la sala de guerra y encontrarla allí —has conseguido averiguar algo útil.

—Por desgracia no. Todo son rumores infundados. Alguien que ha oído que alguien había visto algo en no se sabe qué lugar exacto.

—Esperemos que Troy traiga mejores noticias —le respondió Aron —tenemos que ponernos en marcha ya. El tiempo de que dispone mi padre es limitado, si no nos queda más remedio tendremos que hacer caso de los rumores.

— ¿Aron, realmente crees que es posible que todavía queden dragones?

—Tengo que creerlo, si no mi padre estará muerto.

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